el reemplazo; el olvido; la indiferencia
You’re fucking coward and I would’ve never done this to you, I would’ve never done this to you.
Yo jamás trataría al resto como me tratan a mí, e igual ese es mi martirio para siempre.
Me encuentro pensando en cómo me trataron más veces de las que me gustaría, pero sobre todo, más veces de las que debería. Porque ellas no piensan en mí, no se acuerdan de mí, no me echan de menos. Pero yo no soy así, y ese es mi mayor problema.
Incontables son las noches que me he pasado llorando, pensando cómo alguien puede olvidarse tan rápido de ti, cómo alguien puede mostrar tal indiferencia de un día para otro, perdón, de una hora para otra, mentira, de un segundo a otro.
Revivo momentos que sé que no volverán; revivo conversaciones que jamás volveré a tener; revivo palabras que jamás me volverán a decir; revivo personas que jamás volveré a ver.
E intento no hacerlo, porque sé que no es sano, porque sé que no me lo merezco, pero no puedo. Son incapaz de olvidar tan rápido a las personas como ellas hacen conmigo, incapaz siquiera de entender como ellas pueden hacerlo, después de todo.
Creo que vivo una vida llena de mentiras, si no, no me lo explico.
¿Cómo hacen para olvidarte cuando se supone que eras la persona más importante para ellas? ¿Cómo hacen para dejar de quererte de un día para otro? ¿Cómo olvidan todo lo vivido durante tanto tiempo después de serlo todo, pero no pueden vivir sin otra persona que, supuestamente, no fue nada oficial para ellas? ¿Cómo actúan así después de decirme y tratarme como si fuera especial? ¿Cómo pueden actuar como si yo nunca hubiera existido?
¿Cómo hace la gente para soltar tan rápido?
Quizás nunca les importé tanto; quizás no me querían, o, al menos, no tanto como decían; quizás la otra persona, a pesar de no ser nada oficial, les aportó más de lo que yo pude y por eso no podían superarla, o tardaron más en hacerlo; quizás yo no era tan especial y simplemente me idealizaban, pero una vez que me echaron de su vida, se dieron cuenta de que yo no merecía la pena y estaban mejor sin mí; quizás eso fue todo lo que signifiqué para ellas, nada, nunca existí porque nunca estuve.
Quizás no me estaban soltando, porque ni siquiera me agarraron, era yo la que se aferraba a ellas por mi vida.
Me rodean una cantidad de dudas y preguntas que jamás resolveré y quedarán sin responder. Pero, al final, creo que es lo mejor, porque siento miedo de cuales puedan ser las respuestas, no estoy preparada para enfrentarme a ello.
No veo posible que todo este olvido, indiferencia y reemplazos vengan de un lugar sano donde en algún momento hubo amor.
En general, me siento muy olvidable, prescindible, reemplazable y nada importante. Estoy harta de sentirme así.
No es justo que sea yo la que siempre se queda con todo el amor en las manos, junto con miles de inseguridades nuevas que la incomprensible partida de estas personas me genera.
Es injusto que yo sea la que viva con el miedo constante de que esta va a ser mi realidad para siempre, que jamás voy a poder salir de este bucle.
Es injusto que no sea capaz de confiar en nuevas personas que llegan a mí vida porque siento y pienso a ciencia cierta que van a actuar igual que todas las anteriores.
Es injusto que yo no pueda vivir ni un día tranquila porque, antes o después, todos estos pensamientos llegan a mí y me desestabilizan por completo, mientras ellas siguen con su vida, con la conciencia totalmente tranquila, felices, probablemente pensando que han hecho todo genial, sin ningún tipo de remordimiento ni pensamiento sobre mí, aunque sea sin querer.
A veces pienso que ojalá poder actuar así, con esa indiferencia, pero, a pesar de toda esta injusticia y rabia que conviven conmigo todos los días, soy incapaz.
Si bien es cierto que siempre salgo mal parada, yo no podría tratar a las personas ni la mitad de cómo me tratan a mí.
Porque no me parece sano, no me parece racional, no le encuentro sentido;
porque siempre, a pesar de todas mis inseguridad y de todos mis miedos, vuelvo a mostrarme como realmente soy cuando llega otra persona que creo que se lo merece, aunque acabe yéndose y haciéndome daño, igual que siempre;
porque, a pesar de que siempre que me muestro como realmente soy sale mal, me voy con la tranquilidad de saber que hice todo lo posible porque no se repitiera ese patrón, aunque, por algún motivo, la vida decida que tengo que pasar por ello una y otra y otra y otra vez;
porque, sé que tampoco soy perfecta y tengo mis defectos, sé que probablemente haya hecho cosas mal, pero también sé que yo sí luché, lo intenté, rogué, lloré, me arrastré, pedí perdón por cosas que ni siquiera eran mí culpa, pedí perdón sin saber muy bien por qué, y ni aun así valió la pena;
porque sé que yo hubiera dado y hecho todo lo posible para que todo acabara de forma distinta, mientras que ellas decidieron irse a la primera de cambio en cuanto todo se puso feo, dejándome a mí sola y con un millón de dudas sin resolver mientras vivían en la calma de sus días sin mirar atrás ni preocuparse lo más mínimo por mí.
Porque yo jamás trataría al resto como me tratan a mí, e igual ese es mi martirio para siempre.